El curso “evaluación en ambientes digitales” viene
planteando una serie de preguntas o interrogantes que se han transformado en verdaderos
desafíos prácticos que, para resolverlos, no sólo debí apelar a saberes didácticos y pedagógicos, sino, también, a
saberes instrumentales adquiridos a lo largo del cursado de los cinco cursos que componen esta capacitación.
Particularmente, “¿cómo debe ser
la evaluación?, ¿con qué instrumentos?”, siguiendo por: “¿para qué evaluar?”,
continuando por: “¿qué evalúo?” y llegando hasta: “¿quiénes evalúan?” han
resultado ser preguntas movilizadoras que me invitan a reflexionar, modificar y
mejorar la propuesta de evaluación, especialmente en este tiempo de no
presencialidad.
Preguntas que me llevan a pensar
en: la imagen ideal que tengo de la evaluación y la relación de coherencia y
adecuación con los instrumentos; los objetivos de la evaluación; los resultados
concretos de aprendizaje en los que haré foco. Hasta acá parece muy potente la
perspectiva de la evaluación del aprendizaje, pero desarrollada desde la
exterioridad del proceso, es decir, desde la heteroevaluación o evaluación
externa. Sin embargo, en el módulo 3, al trabajar las consignas potentes y la
retroalimentación formativa (con sus posibles protocolos), la evaluación deja
de pensarse exclusivamente desde el “afuera” del proceso de aprendizaje, el
docente, es decir yo, comienzo a implicarme, comprometerme y participar como
orientador de procesos, así llego a esta segunda perspectiva que es la evaluación
para el aprendizaje. Pero, finalmente, la última pregunta: ¿quiénes evalúan? me obliga a reflexionar e incorporar nuevos actores en este proceso, que no es
ni más ni menos, que el propio protagonista: el estudiante que aprende y que
aprende con otros. Así se completa la secuencia llegando a la tercera
perspectiva que es la de la evaluación desde el aprendizaje.
De esta forma puedo pensar una
secuencia completa del proceso evaluativo: evaluación del, evaluación para
y evaluación desde. Estas preposiciones, dan un sentido superador a este
proceso tal como lo vengo desarrollando como decente. Implican movimiento,
continuidad, pasaje. La práctica y la experiencia me hacen pensar primero en el
“del” (sobre todo cuando planifico) el desafío es como pasar del “del” al “para”
y como esta última instancia se complementa cuando paso al “desde”. A su vez,
el “desde” puede llevarme nuevamente al “del” y al “para” en distintos órdenes.
Y así sucesivamente. ¡Tan rica y compleja es la práctica de la enseñanza como la del
aprendizaje!
Lo interesante de esta parte del
curso, además, es que la evaluación desde el aprendizaje, me lleva a proponerla,
pero desde los “zapatos o zapatillas” del estudiante. Porque el podrá, no sólo
valorar, apreciar y hasta proponerse aspectos concretos que mejoran su
aprendizaje, sino también a hacerlo con sus compañeros, así de la
autoevaluación podrá pasar por la coevaluación. En definitiva, distintos
protagonistas: docente, estudiante y grupo ejerciendo el mismo rol. Resulta muy
potente y completa esta forma de valorar aprendizajes.
Respecto de la actividad 7 del Módulo
4, no tuve dificultades para la elaboración de la rúbrica, que la diseñé
pensando en un complemento de la evaluación propuesta en el Módulo 1. Las
dificultades se me presentaron en el aspecto técnico, como transformar el
complemento CoRubrics en un formulario Google, dificultad que pude superar desde
lo técnico, parte con la ayuda de mi tutora Elisabeth Barroso y parte por
descubrimiento.
Llegado el momento de hacer la
retroalimentación observé en el padlet que a una docente se le presentó la
misma dificultad técnica que tuve: transformar la hoja de cálculo en un
formulario Google. Aplicando la escalera de Wilson, le sugerí el cambio de su
presentación y le brindé las orientaciones para que pueda resolver este tema.
Posibles efectos de la coevaluación:
Gracias Nélida por compartir tu reflexión y que valioso es poder reflexionar e incorporar nuevos actores en el proceso de evaluación.
ResponderBorrar¡Adelante!
Cariños