Al escribir el programa, cuando
llegamos al punto de “evaluación” expresamos criterios para obtener la
regularidad, hablamos de porcentajes de presencialidad y parciales, de la
escala porcentual a aplicar con lo mínimos necesarios para “alcanzar” o para “aprobar”,
de trabajos prácticos y otras producciones que evidencian aprendizajes, además,
explicamos como será la evaluación final ante tribunal examinador. Desarrollado
de esta forma, el punto de la evaluación “dice y, a la vez, no dice nada”. Dice
lo que la dimensión administrativa espera en función de la normativa: definir
condiciones de alumnos y en función de esta condición como será el examen final;
dice de resultados. No dice cómo se evaluarán los procesos de aprendizaje, no
dice cómo o con qué estrategias se acompañará al estudiante para superar las
dificultades que pueda tener, no dice cómo se realizará la retroalimentación,
no dice el sentido que tienen los instrumentos de evaluación, no dice qué relación
existe entre las capacidades y saberes a desarrollar y los instrumentos y
actividades de evaluación elegidas, no dice que las producciones son de los estudiantes
y que tienen todo el derecho a recibir
la información que el docente pueda haber construido al valorarlas.
Estos “no dice” son silencios que
irrumpen en el proceso de enseñanza-aprendizaje en la educación superior. Y los
silencios en toda situación comunicativa, con clara intención formativa,
generan incertidumbre, desconcierto, confusión y desorientación. El silencio del
docente, acerca del aprendizaje, no forma, “deforma”. Pensar la evaluación solo
en términos de acreditación es desconocer que es un proceso y no solo un
resultado. Pensar la evaluación sólo en términos de acreditación es como querer
llegar al descanso de la escalera en un solo paso saltando desde el primer
escalón.
En la enseñanza a través de
entornos virtuales las formas usuales, tradicionales o más comunes de evaluar en
la presencialidad resultan insuficientes, incompletas y en muchas situaciones
inadecuadas para comprobar los niveles de aprendizajes logrados. Es por esto
que decidí reconsiderar no sólo la forma de enseñar sino también de evaluar.
Una primera decisión fue dar el carácter de promocional a la materia, esto
supone gran atención a los procesos que realiza cada estudiante y hacer foco en
la retroalimentación formativa a través de criterios claros y conocidos con
anticipación por parte del estudiante. Variar instrumentos y seleccionar los
más convenientes y adecuados para las capacidades y saberes de la materia.
En el siguiente enlace se
encuentran las intencionalidades y logros propuestos para la unidad
introductoria de Teoría General de la Educación, materia de 1er año del
Profesorado de Ciencias de la Educación (Facultad de Filosofía y Letras-
Uncuyo). En el documento encontrarán la secuencia completa porque sólo considerando todos los elementos puede entenderse la forma de evaluación propuesta.
Secuencia de actividades y propuesta de evaluación Unidad Introductoria TGE
Gracias Nélida por compartir tu reflexión e instrumento. Muy clara la representación de cada uno de los actores y su circunstancia. Te mando mensaje privado.
ResponderBorrarPronto recibirás mi devolución en la plataforma.
Saludos
Elisabeth